viernes, 9 de mayo de 2008

ENTREVISTA A LYDIA CACHO


Entrevista a Lydia Cacho; Premio Casa América Cataluña a la libertad de Expresión.

La mujer europea ha crecido con la noción de los derechos inalienables y la mujer latinoamericana con la noción de los derechos inalcanzables”

El pasado 6 de mayo se llevó a cabo la entrega del III premio Casa América Cataluña a la libertad de expresión, que este año ha sido otorgado a la periodista mexicana Lydia Cacho.

Su trabajo periodístico es bien conocido por su impacto social, su compromiso con los Derechos Humanos, especialmente de la mujer, y su incansable espíritu de denuncia. Su libro Los Demonios del Edén desnuda la participación de algunos miembros de la clase política mexicana en casos de explotación sexual y pederastia.

A pesar de las terribles consecuencias que para ella y sus seres más cercanos, tuvo la publicación de este libro y las recomendaciones de organismos internacionales de abandonar territorio mexicano para salvaguardar su seguridad, Lydia no desiste. Su labor no solo se manifiesta en su trabajo periodístico y literario, también es cofundadora del Centro Integral de Apoyo a las Mujeres, en Cancún, México, especializado en atención a mujeres y a menores en casos de violencia domestica o sexual.

Su trabajo con sectores sociales víctimas de la vulneración de sus derechos más fundamentales, como los indígenas o las mujeres, la ha puesto en un lugar muy importante para activistas en temas de género y Derechos Humanos.

Su participación en la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, su nombramiento como especialista en temas de violencia y género para la Agencia de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) o el Premio Mundial UNESCO-Guillermo Cano de Libertad de Prensa 2008, son reconocimientos internacionales a su labor, tanto en el campo de las ideas, como en el de los hechos. Durante la entrega del premio otorgado en Barcelona, Lydia Cacho conversó con Mundo Hispano.

Lydia, ¿cómo es tu vida después de haber sufrido en carne propia las consecuencias de ser una defensora de los Derechos de las mujeres y ejercer el periodismo con un espíritu de denuncia?

Ahora, cuando veo las cosas con perspectiva creo que todo en la vida, sin que yo lo supiera, me preparó para esto y cuando digo todo me refiero a mis maestras feministas, a mi madre, que fue una feminista psicóloga que desde muy pequeña me llevo a lo que en México llamamos, las ciudades perdidas, que son los cinturones de pobreza al rededor de la ciudad y mientras ella trabajaba con las mujeres de la comunidad, yo jugaba con los niños y niñas, hijos de aquellas familia, en situación de extrema precariedad que me hacían ver que aquello de que todos somos iguales ante los ojos de Dios, es una completa mentira y que aquello era la realidad de mi país.

A pesar de la terrible culpa existencial que esto me producía, me fue dando un entrenamiento, incluso espiritual para enfrentar lo que se venía. Esto, además de haber nacido mujer en un país como México, en un ambiente machista, lo que hizo fue enseñarme a defender mis derechos, a reconocer actitudes en la sociedad que son agresiones sistemáticas hacia las mujeres y a considerarlas indignas, tanto para mí como para las otras. Al final de cuentas todo esto me llevó a conjuntar mi trabajo como activista de los derechos de las mujeres con mi trabajo como periodista, que son dos áreas distintas, pero que se conjugan. En los últimos años he cubierto muchísimos casos de violencia contra las mujeres, de mujeres indígenas en Guatemala, de los feminicidios en Canadá y en México y al final he acabado tocando un tema, en el que por cierto, siempre dije que no me metería, que es el abuso sexual infantil, porque siempre creí que no lo podría manejar por lo duro que es tener enfrente a una jovencita contándome una historia de terror, diciéndome que era parte de una red de pornografía infantil y que a partir de ese momento, y de haber conocido a las demás niñas víctimas que me contaron sus historias, nuestras vidas quedaron ligadas irremediablemente y también adquirí un compromiso moral con ellas, es decir, tú como periodista y como humana, cuando la gente te confía sus historias con la noción, a veces falsa y otras veces ilusa de que el darlas a conocer puede ayudarles a salvar su vida, tienes que apechugar porque ellas apechugaron mucho peor que yo y yo tengo que cumplir con mi responsabilidad ética de contar su historia.

¿Y te ha valido la pena apechugar tanto y todo lo que ha significado hasta ahora?

Valer la pena como lo plantea este mundo de los ídolos de la televisión y de la felicidad falsa, por supuesto que no valió la pena. Ha sido profundamente doloroso y he tenido que sacrificar una parte de mi vida importantísima que tiene que ver con mi privacidad, saber que la gente que amo también está en peligro ha sido durísimo. Pero por otro lado saber que la congruencia es el fundamento de mi vida me ha valido la pena, sin duda.

Desde la experiencia de tu trabajo como defensora de los derechos de las mujeres y de los espacios femeninos, ¿cuál es el paradigma actual de los movimientos feministas?

Para mí el feminismo ideal, en el que me gusta soñar, es un feminismo lleno de gente joven, donde las adolecentes estén metidas hasta el cuello, jóvenes periodistas, científicas, políticas, de todos los ámbitos están sensibilizadas en este tema. Para esto debería haber un feminismo en el que se reivindica la verdadera aportación social de la filosofía feminista. Todavía en el mundo entero se sigue oyendo esta ridícula noción de que las feministas odian a los hombres, en vez de entender que el feminismo se ha convertido en una ciencia que es parte de una corriente filosófica del pensamiento. Que es profundamente seria, que ha sido sistematizada de tal manera que nos permite entender el mundo. Todo el mundo habla de género, sin entender que la perspectiva de género es una de estas técnicas de la ciencia que sirve para poder revisar y analizar el mundo, para poder de construirlo y reconstruirlo de una manera diferente. Este sería para mí el feminismo ideal, el de jóvenes que comprendan que si no siguen esta batalla van a perder sus espacios eventualmente ante la apropiación del discurso por parte de la derecha política. La sociedad europea está en un momento delicado en cuestión de discursos sociales ya que la derecha está ganando terreno y viene con fuerza, haciendo cosas que antes eran propias de la izquierda. Ahora se movilizan, se manifiestan, salen a la calle, mientras la izquierda está en una etapa de introspección, de replanteamiento y eso mismo le está pasando a los movimientos feministas en Latinoamérica, están en un ensimismamiento endogámico, analizando sus fundamentos en lugar de salir a compartir la ciencia del pensamiento.

En los últimos tiempos España ha avanzado mucho en el reconocimiento de las cuestiones de género con la creación de una secretaría de igualdad, una ley de protección a las víctimas de violencia doméstica, pero en el ámbito de la creación y reproducción de discursos, todavía nos falta mucho para construir una sociedad que considere la perspectiva de género como algo fundamental. ¿Qué deberíamos hacer los medios de comunicación para contribuir a feminizar el discurso social?

Yo creo que una de las claves está justamente en entender que cuando estamos hablando de género, estamos hablando de hombres y mujeres. Casi siempre que alguien dice que vamos a hablar de cosas de género se piensa que hablaremos de mujeres y en realidad hablar de género, es hablar de la construcción del género femenino y el género masculino y como estas construcciones socioculturales nos ha convertido en la sociedad patológica que somos, esto para empezar. En segundo lugar hay que formarse en temas de género leyendo a gente como Marcela Lagarde, a Luz Irigaray y a muchos y muchas estudiosas del tema.

Pero fundamentalmente creo que para que haya una transformación social, en cualquier ámbito, hay que trabajar y vivir desde la congruencia, porque tu puedes trabajar y escribir sobre temas de igualdad y de género, pero si en tu vida privada, eres un machista y no te importa contribuir a la violencia social contra las mujeres, esa carga emocional y cultural se reflejara en tu trabajo. Lo mismo pasa con las mujeres, sino somos solidarias con las otras mujeres, sino somos amorosas entre nosotras, si no entendemos lo que significa ser mujer en condiciones diferentes a la propia, porque no es lo mismo ser una mujer que ha nacido y vive en Cataluña, que una mujer colombiana que ha tenido que huir de su país por la violencia extrema. Porque la mujer europea ha crecido con la noción de los derechos inalienables y la mujer latinoamericana con la noción de los derechos inalcanzables.

Uno de los temas que ahora mismo ocupa un lugar importantísimo en la sociedad española es la migración. La migración latinoamericana a España es fundamentalmente femenina. ¿Crees que con el tiempo esto influirá en la reconfiguración de la identidad femenina latinoamericana?

Para entender este movimiento tenemos que recordar cuando las y los españoles se fueron a Latinoamérica, huyendo de la dictadura. Una buena parte del movimiento intelectual latinoamericano de aquellos años se nutrió muy sanamente de esa migración. Me parece que ahora pasa algo similar. Estas mujeres venidas de Latinoamérica, no huyen de un Franco o un Mussolini, huyen de países donde la violencia es excluyente, donde la violencia de estado incluye a la pobreza y muchas veces al maltrato. Esto tiene que hacer que el Estado Español considere la urgencia de poner sobre la mesa de la cooperación internacional el tema de la violencia contra las mujeres, de la pobreza y que consideren que parte de esta migración tiene que ver con mujeres que en sus países no se sienten seguras, no están protegidas. España debería hacer una reflexión mucho más profunda sobre esto y tal vez encontraría muchas respuestas a las interrogantes que plantea la migración.

Teresa Salas Mayo 2008